martes, 15 de julio de 2014

al sol

mi mala memoria me impide a veces recordar que estoy viva, pero que vivo en la penumbra, a espaldas de la luz me cuesta recordar cuánto me gusta bailar o tomar una cerveza entre risas cómo se me eriza la piel ante las pequeñas cosas que me conmueven como sentir su brazo rodeando mi cintura mientras duerme a mi lado el ronroneo de mi gato acurrucado en mi oreja la voz de mi madre al otro lado del teléfono ... aquí en la zona sin luz me vuelvo transparente ... me diluyo en la sombra y pierdo mi esencia ... quiero volver a reír aunque el sol queme mi piel pálida y dejar que la luz me bañe me vuelva color me transforme me dé poder y resistencia ... porque la vida merece ser vivida y no quiero apagarme en esta zona gris ... porque soy yo y siento y tengo esperanza

viernes, 29 de junio de 2012

amnesia

A veces se me olvida el camino que he recorrido para llegar hasta aquí. Se me escapan de la memoria todas las decisiones, las opciones tomadas y, especialmente, la fortaleza que me ha permitido ser quien soy. A menudo me siento hecha pedazos, incapaz, vacía y sola. No recuerdo en esos momentos todo el dolor ya superado. Crecer nunca fue fácil para mi. Mi infancia fue un paraiso de soledad, de encierro en mi propio mundo. Estaba sola, pero me sentía al amparo de mis muros de libros y palabras, las paredes que a mi alrededor construí para alejarme de las burlas, que tanto me herían. Me aislaba. Y me sentía feliz. Adoraba a mi padre, un hombre sabio, fuerte, protector, pero también frío, serio, distante. Idolatraba a mi hermano, tan mayor, tan libre, siempre cariñoso y cercano, padre-amigo-hermano a un tiempo, consejero y compañero de juegos, aunque a veces cruel en sus críticas, duro con mi personalidad. Me moría por mi madre, tan buena, tan sacrificada, tan cuidadosa y entregada, aunque siempre a la sombra de la fortaleza del padre, siempre débil a su lado. Lo peor fue ver quebrarse mi universo egocéntrico. Salí al mundo y sentí pavor, incomprensión, rechazo. No está hecho el mundo para los sensibles, para los diferentes, para los refugiados ni los exiliados en mundos unicelulares. Y creí que el mundo a mi alrededor era mejor que yo. Y me adapté al medio. Me dejé llevar y fui lo que los demás esperaban que fuese: una chica normal. Jamás lo conseguí. La normalidad de la mayoría gobernante no figura en mis genes. Me empeñé en encajar en un puzle sin hueco para mis piezas. Fui vagabunda de un lugar a otro, de una rutina a otra; me paseé por distintos paisajes sin encontrar mi lugar en el cuadro. Y mi frustración, mi desesperación, mi soledad me hicieron envolverme en alcohol, en relaciones abocadas al fracaso antes de ver la luz, en la hipersexualidad absurda del que busca en otras pieles el calor que no encuentra ni dentro de su propio pellejo. Me perdí. Quise morir. Quise volatilizarme, desaparecer, ser aire, polvo, agua... Pero salí de allí. De la oscuridad. De la noche eterna. Cogí mis maletas y me marché en busca de mi propia Ítaca. Y me liberé de miles de cadenas, y me lamí las heridas, y asumí las cicatrices que el pasado me dejaba. Pero salí. Encontré nuevos mundos donde ser yo. Conocí personas a las que querer y admirar, a las que respetar y mimar, y que me hicieron sentir querida, admirada, respetada y mimada. Pero la vida divide y separa los caminos de todos... Había, sin embargo, perdido la fe en el amor. Hasta que él apareció. Lo supe desde el momento en que le vi: mi vida estaría ya ligada para siempre a su pelo azabache, a su mirada triste, a su existencia. Seguir a su lado supuso un ejercicio de fe en mí, en él, en NOSOTROS. Pero sigo sin dejar de creer. Aunque hemos pasado por momentos terribles, por la enfermedad y la muerte, por la precariedad económica, por el miedo y la tristeza, NOSOTROS seguimos aquí. No concibo mi vida sin él. Pero el esfuerzo fue terrible. Quedé exhausta, desgarrada. Y una progresiva amnesia se fue instalando, sigilosa y voraz, en mi alma. Jamás perdí, ni por un instante, la fe en NOSOTROS, pero sí se fue agotando la fe en mí. Ahora baso mi fortaleza en él, en ese ser doble que hemos formado, pero me siento como si la libélula hubiese dejado de sentir sus alas. Él me dice que vuele, libre, alto, como antes, como siempre, y yo no recuerdo cómo se hace. Me siento sola, cada vez más insegura, devorada por miedos que crecen bajo la cama, en los rincones, por las esquinas, tras las paredes... Echo de menos tener cerca a las personas que me hacían sentir especial, querida, respetada... que viven sus vidas ajenas a mi dolor, a mi parálisis vital. Como nunca antes, siento vergüenza de mi debilidad. ¿Cómo he podido olvidar mi nombre? ¿Por qué ya no recuerdo quién soy? ¿Cómo se recupera la memoria perdida? ¿Cómo se pide ayuda?

lunes, 1 de agosto de 2011





Cada mañana me recuerdan que estoy enferma, que mi tristeza no es temporal, que sentirse como me siento es una anomalía
Demasiado tiempo
Demasiado miedo
Demasiada compasión poco sincera
Odio la compasión prefiero el desprecio
La compasión tiene un tinte de superioridad moral que no soporto
Y nace de la incomprensión
De la incapacidad para entender al otro
Para ponerte en el pellejo del que tienes enfrente
...
...
...
Hoy sólo ansiaba ser pelusa de sofá y carne de telebasura
Comer hasta reventar
Llorar hasta no poder sostener los párpados
...
Demasiadas veces
Demasiada desesperanza
Demasiadas noches sin día
...
...
...
...
Que nadie me moleste hoy
quizá tampoco mañana
necesito morir
para renacer
si aún me quedan fuerzas para continuar con esta batalla
...
...
...
...
...

lunes, 6 de junio de 2011




mil pensamientos penetran en mi cáscara de huevo,
...
y ninguno es bueno
...
paralizada por el miedo paralizante
pasto de la ansiedad
una vez más
...

llevo quince años peleando contra un miedo atroz instalado en mi cerebro. terapias, pastillas, ejercicios mentales... nada ha arrancado el miedo de raíz. siempre vuelve, incansable, perpetuo golpeteo en las puertas de mi percepción...
me canso. me vengo abajo. a veces quiero tirar la toalla, dejarme caer en los brazos de la desesperación...

martes, 8 de junio de 2010


creo y descreo en su regazo
reniego de los pasos que me han traído a su ensenada en calma
escupo sobre las tumbas que dejo a mi paso
y me aferro a una verdad sobre todas las verdades
que duele
amarga
desafiante
...
soy libre aferrada a las que siempre pensé cadenas
me mezco en estructuras antes despreciadas
como santo y seña de mi desnudez en sus manos
...
papeles que no dicen nada
manos que se unen cada momento
cada respiración
cada mirada
y crean símbolos nuevos
...
me avergüenza mi desnudez entera
y aún más mi ingenuidad antigua y enquistada
...
no te llamaré como dicen los papeles
como revisten otros los nombres verdaderos
...
te llamaré mi todo
mi imagen en el espejo
porque siempre he pensado que uno más uno
son dos
y no uno en dos pedazos
...
pero te llamaré
...
como yo quiera
pero te llamaré
...

miércoles, 31 de marzo de 2010

alma


cuando me canso de un mundo que no me entiende ni ampara, me refugio en estos ojos, en el alma de esta criatura que hace casi cinco años se ha convertido en mi compañero, mi pedazo de noche, mi amigo silencioso...
cuando llegó a mi vida, habitaba en aguas oscuras e inciertas, en una claustrofóbica soledad en espiral... mi ansiedad me había convertido en robinson de una isla desierta de comunicación y sentido... por eso le llamé Viernes...
desde entonces, nada nos ha separado...
mi pequeño monstruo peludo...
me dicen que no tiene alma, que amar es otra cosa, que es un ser inferior... pobres de los que no sepan amar a los compañeros de sus viajes!!! mi pequeña pantera me lame las lágrimas, maúlla si lloro, se duerme sobre mi cabeza cuando me atrapan los miedos...
me enseña a tener alma...

martes, 23 de marzo de 2010

manzana


quiero morder la manzana
la manzana emponzoñada
que condenó a eva
símbolo del pecado y el mal
...
quiero clavar mis dientes
en una manzana roja
beber su sangre maldita
y romper el hechizo
...
porque el mal no está en eva
ni en la manzana
sino en la mirada venenosa
del otro
...